Hace unos meses leí La violeta del Prater de Christopher Isherwood. Hoy, de casualidad, estaba echando un vistazo a los posts de mi blog y no veía por ninguna parte su reseña… ¡ha desaparecido! De veras que yo la escribí, me acuerdo de haberla escrito y de, más o menos, lo que ponía. Pero ahora no tengo forma de encontrarla, ¿la habré borrado sin querer? La verdad es que ha sido un poco dramático, aunque muy divertido si alguien me hubiera visto buscar por el ordenador dónde podía estar la dichosa reseña. Pero en fin, todo ha sido en vano y me hace muchísima rabia. Así que voy a hacer otra, porque se lo merece. Pero me excusaréis porque será algo menos formal y (desgraciadamente tengo poco tiempo ahora y mi memoria no está tan fresca como cuando lo acabé) corta.
En fin, ¡La violeta del Prater! Es el título del guión que le piden a Christopher Isherwood (sí, él es el mismo protagonista, como en Historias de Berlín) que ayude a corregir, junto a un célebre directo de cine austríaco. Esto transcurre a mediados de la década de 1930, después de que Christopher haya vivido de primera mano el auge del nazismo mientras visitaba Berlín. Cabe decir de que lo que ocurre en ésta novela es completamente ficticio, el autor se inspiró de algunas de sus experiencias pero, sin duda, no está directamente basado en algo que ocurrió realmente. Parte de la novela es presentar lo que era el mundo del cine en aquella época. Desde la redacción de un guión hasta el proceso de grabar, y luego editar la película hasta estrenarla en el cine. El narrador era totalmente ajeno a las exigencias de la productora, de los agentes de publicidad, de los periodistas; y luego de los técnicos y los actores.
En fin, ¡La violeta del Prater! Es el título del guión que le piden a Christopher Isherwood (sí, él es el mismo protagonista, como en Historias de Berlín) que ayude a corregir, junto a un célebre directo de cine austríaco. Esto transcurre a mediados de la década de 1930, después de que Christopher haya vivido de primera mano el auge del nazismo mientras visitaba Berlín. Cabe decir de que lo que ocurre en ésta novela es completamente ficticio, el autor se inspiró de algunas de sus experiencias pero, sin duda, no está directamente basado en algo que ocurrió realmente. Parte de la novela es presentar lo que era el mundo del cine en aquella época. Desde la redacción de un guión hasta el proceso de grabar, y luego editar la película hasta estrenarla en el cine. El narrador era totalmente ajeno a las exigencias de la productora, de los agentes de publicidad, de los periodistas; y luego de los técnicos y los actores.
Él es un autor, algo conocido por aquél entonces, y no sabe cuán diferente es escribir un guión de escribir una novela o un relato. Todo este cuadro del mundo del cine es bastante cómico, hilarante por momentos, e Isherwood sabe transmitir a la perfección el sentido de caos, incertidumbre y descontrol. Porque, "La violeta del Prater" no es más que una comedia romántica (y musical) de la peor calidad, como las que suelen salir a pares en verano en la actualidad. Esto irrita al protagonista, pero más que a nadie irrita a Bergmann (el director de cine) que, por las circunstancias, se ve forzado a aceptar este trabajo. Pero, viendo todo lo que está ocurriendo en su país, se indigna, se desespera al ver que los ingleses prefieren enterrar su cabeza en una película tonta y pensar que el mundo sigue siendo un lugar seguro y maravilloso, que enfrentarse a la realidad. Una realidad que está haciendo añicos su país y que supone una grave amenaza para el devenir de la humanidad y para la supervivencia de su familia. Cabe decir que Bergmann es un personaje muy extravagante – quizás como lo siguen siendo ahora las celebrities del mundo del cine, o quizás de una forma distinta – que, aunque a veces puede parecer exageradamente cómico, no le quita carga dramática al problema. De hecho, la novela también se centra en la relación que se forma entre el cineasta y el autor, como Christopher logra ir más allá de la superficie de su personalidad y descubrir a un personaje muy interesante.
Por lo que se refiere al protagonista, igual de interesantes son sus reflexiones. La pasión con la cuál su amigo vive la situación mundial va más allá de lo que él nunca podría llegar a comprometerse. Y esto, a su vez, le hace pensar sobre su grado de implicación en lo que ocurre a su alrededor, pero a su implicación real no un simple apoyo moral, no un simple discurso que se da entre amigos, si no algo que de verdad signifique algo. Es decir, poder entregarse verdaderamente a una causa. Y es un dilema que muchos nos planteamos, al menos eso creo yo. Cuando pasamos del fervor juvenil por algunos ideales, cuando discutimos con compañeros sobre el mal estado del mundo pero, al fin y al cabo, seguimos sentados en un café quejándonos. Esto es lo que ocupa la mente del protagonista durante parte de la novela. Y, al final, hay toda una reflexión que, francamente, no sé muy bien cómo piensa el autor que encaja con el resto de la novela pero bueno, que también es bastante provechosa.
Pues a pesar tu reseña no me interesa demasiado, la verdad. Es una historia que no me resulta particularmente atractiva, qué se le va a hacer...
ResponderEliminarBesos,
Vaya, pues parece un libro interesante y cortito, de esos que se terminan en un suspiro dejando ganas de más.
ResponderEliminarInvestigaré un poco al autor a ver que más tiene
Besos