Hace unos meses leí Dojoji y otros cuentos de Yukio Mishima, que me encantaron. Por esa razón en Sant Jordi me animé a comprar una novela suya, El marino que perdió la gracia del mar, cuya sinopsis me interesó mucho.
Resumen: Fusako Kuroda es una joven viuda que trabaja para una tienda de lujo en Yokohama. Su hijo, Noboru, es un estudiante ejemplar a quién le encatan el mar y los barcos. Por su lado, Ryuji Tzukasaki es un marino a bordo de un barco mercante, que ama el mar por encima de todas las cosas, y por el resto es un tipo bastante asocial. Las vidas de estos tres personajes cambiarán al encontrarse.
Opinión: Es un libro que calificaría de "difícil". Su lectura no es amena, no en el sentido de que su contenido sea denso (de hecho el libro tiene menos de 200 páginas) si no por su dureza, en cierta forma, con los personajes y lo que hacen algunos de ellos. Es una lectura dificultosa, a veces me ha costado seguir por las cosas que leía.
El autor se centra en los tres personajes que he nombrado anteriormente, y en los tres Mishima entra en lo más profundo de sus pensamientos. Quizás los más interesantes sean el marino, Tzukasaki, y el chico, Noboru. La madre, Fukuoka, quizás es la más convencional del trío porque es justamente lo que representa, una mujer de mediana edad, de clase media, con unas aspiraciones totalmente burguesas. A través de ella se nos muestra el "nuevo" mundo japonés tras la segunda guerra mundial, con la "occidentalización" de su sociedad y de parte de sus costumbres. De hecho, me hubiese gustado haber sabido más de esa brecha. Pero, a su manera, el autor ya lo hace, a través de los dos otros personajes.
Tzukasaki es un marino que, antes de encontrarse con la familia Kuroda, no quería nada más que su vida en el mar, sin tener mucha relación con el resto de la tripulación del barco. Ryuji se lanzó a la mar porque algo le llamaba, un anhelo de alcanzar la "gloria". ¿Cómo y en qué forma la obtendría? No lo sabía, pero tenía la conciencia, como creo que tenemos los jóvenes, de que algo grande le esperaba, estaba destinado a algo, especialmente él. Y en la mar, algo que le inspira un sentimiento muy particular, cree que lo encontrará. De hecho, los pensamientos del marino son extremadamente oníricos, poéticos y épicos, ensalzando un heroísmo que ya no existe, unos mitos que ha construído y que nunca ha contrastado con la realidad. Pero con treinta-y-tantos empieza a darse cuenta, a reconocer, que quizás éste momento nunca llegaría, que su vida sería posiblemente como cualquier otra. Sólo que nunca en tierra firme, nunca con raíces en algún lugar. Por eso, quizás, se ve tentado a entrar en la vida de Fukuoka, como una resignación, una renuncia a sus sueños.
Esto es desconocido por Noboru, que, al principio, idolatra al marino, ya que él también siente pasión por el océano y cree que es una de las pocas cosas "permisibles" del mundo que le rodea. Sí, "permisibles". Porque detrás de su apariencia de un chico estudioso y muy curioso, Noboru oculta otra personalidad muy distinta, asqueada con el mundo que le rodea. Se junta con un grupo de compañeros del colegio, que comparten sus ideas, cuyo jefe se dedica a instruirles sobre las verdades del mundo, sobre lo ruines y miserables que son los adultos, que son personas banales y odiosas que no quieren más que fastidiar y romper la voluntad de los jóvenes. Ellos se creen poseedores de la verdad, que tienen todo a su alcance y que pueden cambiarlo todo, y que sólo las convencionalidades y los adultos se lo impiden. Para pasar por encima de esto, deberán liberarse de todas las pasiones y, para probarlo, deberán someterse a ciertas pruebas. Su "filosofía", es una que choca frontalmente con el mundo en el que viven y quizás, como reacción a este cambio a la fuerza, a la "ocupación" estadounidense.
Todo esto va acompañado con un estilo impecable de Mishima, con unas descripciones de los paisajes que se mezclan con las emociones de las personajes, que viste con elaboradas y bellísimas metáforas. Como describe el sutil cambio en los personajes, lo que ocultan en su alma y los sentimientos encontrados que no consiguen transmitir con la suficiente claridad en palabras, unos instrumentos traicioneros para ellos.
En conclusión, es un libro que... hay que tener fuerzas para leer. No es una lectura "amable", Mishima no se anda con miramientos y a la vez que puede ser extremadamente poético, también puede ser extremadamente crudo. Es un libro muy interesante, muy intenso, lo recomiendo especialmente para los interesados en la literatura japonesa.
Me ha parecido muy curiosa tu reseña sobre este libro que ni por asomo conocía.
ResponderEliminarMe encanta la literatura japonesa, así que seguro que este autor caerá tarde o temprano y ¿quien sabe si será con este libro?
Besos
Vaya mezcla, el marino y Noboru! Sin embargo, creo que se pueden ayudar mucho el uno al otro. Lo gracioso es que hoy en día hay muchos jóvenes con esa actitud asqueada del mundo, se ven cada día, y me da mucha rabia porque no vaoran lo que tienen -.-
ResponderEliminarUn besito, Teresa, gracias por la reseña
Este creo que no es para mí, lo dejo pasar. Un beso!!
ResponderEliminarRecuerdo haber leído este libro hace años y me dejó una sensación desagradable. Creo que el adolescente estaba bastante enmadrado y cualquier avance del marino le parecía una amenaza. Además mantenía una actitud bastante "conservadora", de tratar de revitalizar viejas costumbres o idealizar la imagen de su padre muerto, no recuerdo exactamente, pero sí que había escenas de brutalidad hacia los animales, hacia un gato, como metáfora de la brutalidad hacia las personas. Desde luego era una lectura difícil. Para incondicionales de la literatura japonesa.
ResponderEliminarSed de amor me dejó una sensación muy parecida. Es la única obra que he leído de Mishima y tela...
ResponderEliminarCreo que a mi me costaria xD aunque tiene buena premisa!
ResponderEliminarEl año pasado tuve mi etapa de literatura oriental pero este año me apetece menos. De este autor, de todos modos, no he leído nada todavía.
ResponderEliminarBesos,