Por allí en Junio decidí rebuscar entre las estanterías de mi casa y encontré dos libros que me llamaron especialmente la atención: La trilogía de Nueva York de Paul Auster y Siddharta de Herman Hesse.
Resumen: Siddharta, el protagonista de la historia, es un joven brahmán que crece rodeado de las enseñanzas de sus maestros y de las de su padre, que le prepara para ejercer la profesión propia de su casta. Sin embargo, Siddharta, no se contenta con ese nivel de espiritualidad, si no que su alma busca llegar a la perfección, al nirvana.
Opinión: Siddharta es uno de esos libros del que has oído hablar – más por la vía pasiva que por la activa – pero, normalmente, no tienes ni idea de qué trata. A mí se me hacía extraño pensar que un escritor alemán ganador del Premio Nobel escribiese una novela situada en la India de los tiempos inmemoriales. Pero era un "clásico" y, por A o por B, siempre suelen conseguir que los lea.
Básicamente el libro trata de la búsqueda de Siddharta por la perfección, la unión con lo único, y un sinfin de etcéteras sinónimos, a lo largo de su vida. Primero, lo intenta por la vía que le han enseñado de pequeño: la paciencia, la meditación y el ayuno. Siguiendo este camino, abandona su familia y, junto a su inseparable amigo Govinda, se une a los samanas – personas que vagan por el mundo sin posesión alguna, pasando su tiempo meditando y ayunando –, con los que pasa tres años de su vida. Al cabo de ese tiempo, llegan a sus oídos la reputación de una especie de gurú, Gotama, que ha conseguido hallar la paz espiritual. Después va "probando" otra cosas, ganando experiencias vitales, encontrando nuevas fuentes de conocimiento que no necesariamente se encuentran en los libros y conociéndose a sí mismo.
Los personajes, bueno, a excepción de Siddharta (y con salvedades), todos son muy planos. Govinda, el amigo de Siddharta, bien podría ser comparado a la groupie moderna. También anda en busca de lo mismo que su compañero, pero parece incapaz de sacar ninguna conclusión de sus experiencias, de avanzar sin la ayuda de alguien que le guíe. Govinda es alguien que necesita que le digan lo que debe pensar, cuál es la doctrina que debe adoptar, y así es feliz, pensando que ya ha encontrado la verdad, aunque esto no le acerque ni remotamente más a la paz interior. Esto lo encontrará en Gotama, un personaje a quién me cuesta adjudicarle ningún rasgo característico, a parte de que ya está en unión con su alma, con el todo, que ya ha alcanzado el estado de nirvana, o lo que sea. Aunque quizás es justamente ésta su peculiaridad.
Siddharta… bueno, sí, aceptaré que evoluciona a lo largo de la obra – pasa de ser un joven bastante pedante, sin capacidad alguna de ver al resto de los mortales (con sus penas y alegrías) como a sus iguales; a un hombre mayor con más empatía para con los de su especie. Pero aún así, nunca he conseguido imaginarlo como alguien real, si no más como un vehículo para las reflexiones de Hesse. De hecho, al final de la novela, el último discurso de Siddharta es una conclusión perfecta, haciendo un repaso a su trayectoria vital y espiritual, enumerando las diversas opiniones que ha tenido a lo largo de los años y cómo éstas han cambiado y por qué. Leyendo esas dos páginas uno ya podría captar perfectamente el mensaje del autor (y no tener que leerse el libro entero que, aunque corto, me ha parecido algo denso y, voy a decirlo, aburrido).
La vida de Siddharta es bastante peculiar, sin duda, pero por algún motivo sus desventuras no me parecieron nada interesantes ni me animaron en la lectura. El autor cuenta sus andanzas siempre en clave de sus ensoñaciones y profundos pensamientos, siempre en términos "espirituales". En parte, es totalmente comprensible, ya que dudo que el objetivo del autor fuera narrar una historia de aventuras, si no transmitir un mensaje muy específico sobre la búsqueda de uno mismo y de la "paz". Por otra parte, no necesitaba a Siddharta (ni tantas páginas) para conseguir su objetivo, dejando a un lado de que seguramente sería mucho más efectivo.
Aún así, hay que reconocerle que el libro te hace reflexionar, aunque sólo sea para estar en desacuerdo con el autor. Pero no siempre es así, debo admitir que tiene argumentos interesantes, como su total rechazo a cualquier doctrina que predique tener la respuesta para hallar ese reposo de alma que muchos buscan, si no afirmar que ésto sólo se puede hacer a través de uno mismo, siguiendo su propio camino, estando atento e impregnádose de todo lo que ofrece la vida y la naturaleza que nos rodea.
No queda mucho más por decir de éste libro, en la mayoría de ediciones no llega a las 200 páginas. Es cierto que sorprende que fuese escrito en 1922, me pregunto cuál fue la reacción de los lectores de la época ante tal novela, quizás más abierta de lo que pensamos. ¿Podría existir algo equivalente en la actualidad? ¿O ahora todo este tipo de novelas "espirituales" y/o "filosóficas" están en la sección de autoayuda? En todo caso, nunca he sido muy fan del género.
Concluyo ya, tampoco es cuestión de irse por las ramas, sobre Siddharta. Yo, personalmente, no lo recomendaría, en el sentido de que no me ha aportado nada (o muy poco) tanto en términos de mi forma de ver la vida o en entretenimiento durante su lectura. Eso sí, quizás algunos estén interesados por lo que les pueda decir a ellos el libro – no tiene porque tener el mismo efecto que sobre mí– o simplemente sientan curiosidad.