Hace más de tres años hice la reseña de Los hombres que no amaban a las mujeres, la primera parte de la trilogía 'Millenium' escrita por Stieg Larsson. Un año después leí La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y hasta éste agosto no me he animado a leer la última parte de la saga, La reina en el palacio de las corrientes de aire.
Resumen: La novela retoma justo dónde lo dejó la anterior entrega, con Lisbeth Salander gravemente herida – siendo los culpables su padre, Zalachenko, y su hermanastro, Niedermann –, que acaba siendo hospitalizada. Mientras, Mikael Blomkvist sigue intentando comprender y detener el complot que se ha urdido en contra de su amiga.
Opinión: Sin duda, el más flojo de la trilogía. Si algo no se le puede negar a Larsson es que sabe como captar la atención del lector. En ésta novela tenemos a un servicio secreto dentro del servicio secreto, a mafiosos, a policías corruptos, acosadores... y también a fiscales del Estado, Ministros e incluso al Primer Ministro! Y, por supuesto, los malos son malísimos y los buenos son geniales, inteligentes y con grandes recursos. Mikael Blomkvist y sus "caballeros de la mesa chalada" van a tomar todas las medidas necesarias para asegurar la liberación de Lisbeth. Entonces todo se convierte en un doble, triple y cuádruple juego de "yo sé que ellos saben que yo sé que nosotros sabemos". Y, además, sigue con la investigación para descubrir a todos los responsables del encierro de Lisbeth en un centro psiquiátrico, bajo el "cuidado" del doctor Teleborian, cuando tenía 13 años. Pero... aunque haya una "investigación" – aunque ficticia – detrás de todo, y con su contexto histórico, le faltaba la sustancia de Los hombres que no amaban a las mujeres. De hecho, una de las partes que más me interesó de la novela fue la vivencia de Erika Berger como redactora jefe del periódico SMP.
Y aún así... los personajes son terriblemente planos y... Lisbeth constituye un cibernético "deus ex machina" que consigue todos los documentos habidos y por haber. Entiendo que pueda existir cierta fascinación por el personaje de Salander, pero realmente creo que más allá de la primera novela –y, si insistís, de la segunda – no se aporta nada nuevo al personaje. Bien, es una mujer con tatuajas y un look fuera de lo común, que tiene memoria fotográfica y grandes dotes para la informática, y además es asocial. Bien, pero creo que una vez estudiados su sistema de valores y principios que queda bien clarito en la primera entrega ya no se dice nada nuevo sobre ella.
Y ya ni hablemos de Mikael Blomkvist o los demás personajes de la novela que tienen menos profundidad que la hoja de papel sobre la que están escritos.
Eso sí, el libro es el más largo de la serie y se lee volando. Hay acción trepidante a cada momento y la lectura se hace bastante ligera – salvo algunas partes muy técnicas que se leen en diagonal sin remordimiento alguno.
Realmente no queda mucho más por decir de éste libro. Es una buena lectura para el verano, ideal para la playa (aunque sería idea si tuviera un par menos de personajes, pero nadie es perfecto), suministra al lector con una buena dosis de acción, un poco de intriga política, y una pizca de sustancia para hacer funcionar la materia gris.