El año pasado descubrí a Margaret Atwood gracias a El cuento de la criada y, desde entonces, ningún libro suyo te. Eso sí, todos ellos eran de ciencia ficción – o, como El Asesino Ciego tenían pinceladas propias del género –, en cambio La mujer comestible es 'realista'. Además, se trata de la primera novela de la autora.
Pero no quiero olvidarme de lo más importante de todo, muchísimas gracias a Polly de Pluma, espada, y varita que me regaló tu ejemplar. Una de las razones por las que siempre preferiré los libros de papel es porque son contenedores de recuerdos, y no puedo expresar con palabras la ilusión que me hizo recibir ésta novela.
Resumen: Marian MacAlpin es una joven licenciada que, a finales de la década de 1960, sólo logra encontrar trabajo en una empresa que se dedica a realizar investigaciones de mercado, es decir, encuestas. Vive en un diminuto apartamento con una de sus compañeras de universidad, la excéntrica Ainsley, en una casa propiedad de una mujer muy puritana y su sobreprotegida hija.
Opinión: La novela está dividida en tres partes, cada una marcando un punto clave en la vida y el desarrollo psicológico de Marian. Empieza con una introducción a su día a día, desde la falta de estímulos de su trabajo hasta su relación con su novio, Peter. Se trata de un hombre que, en
principio, está orgulloso de su soltería, como otra forma de demostrar su masculinidad. Pero rápidamente se va quedando sólo cuando sus amigos son 'atrapados' por una mujer. Entre esto y la llamada crisis de los treinta, Peter le propone matrimonio a Marian, que casi otorga el sí por su silencio. En más o menos el mismo momento conoce a Duncan, un estudiante de licenciatura de filología de último curso, que es alguien completamente opuesto a su novio.
Y no, no es lo que estáis pensando, no es una bonita historia de amor sobre cómo Marian y Duncan acaban juntos, porque su novio es un machista insufrible. No, aunque lo de su novio es cierto, La mujer comestible es un tremendo trabajo por entrar en lo más íntimo de una persona, en su forma de ser, y más aún, en su subconsciente y cómo lo que ocurre a su alrededor y los dogmas impuestos por la sociedad – de los que ni ella misma es consciente a veces. La novela trata de cómo Marian, poco a poco, va renunciando a partes de su personalidad para acomodarse a su nuevo rol: el de esposa y ama de hogar. Pero inconscientemente ella sabe que esto está mal y su cuerpo va a manifestarse en extrañas circunstancias y formas cuando menos se lo espera. Por ejemplo, poco a poco se va a ver incapaz de ingerir ciertos alimentos.
Aunque Marian sea el personaje principal de la novela y el foco a través del cuál se cuenta toda la historia, también conocemos bastante a fondo a Peter, Ainsley y Duncan. Hay muchos otros, como las 'vírgenes' de la oficina de Marian o su amigo Len, a quién sólo le gustas las chicas muy jóvenes. No quiero estropearos el gusto de leer estos personajes, pero quiero hablaros de Ainsley y Duncan. Ainsley se quiere alejar del estereotipo de mujer-florero de la época, y decide tomar el control de su cuerpo mediante una radical decisión, especialmente en aquellos años: tener un hijo ella sola, contando con un hombre sólo para la primera etapa. Pero eso no implica necesariamente que sea una mujer moderna, independiente, también está plagada de prejuicios de los que no puede librarse – por ejemplo, que si su hijo cree sin una figura paterna se 'convertirá' en homosexual. Tanto ella como Duncan no son personajes que me 'caigan bien', aunque sean un agradable contraste respecto a Peter, que me provoca urticaria. Por su lado Duncan es como la antítesis del 'macho' que se suponía que debía ser el hombre. Es delgaducho, evita cualquier contacto con la realidad, pero también necesita que alguien cuide de él y, al menos en mi opinión, me parece bastante egocéntrico, o al menos con poca empatía hacia el resto de los seres humanos. Sin embargo su 'química' con Marian es especial. A veces he llegado a pensar que Atwood se lo sacaba de la manga para hacer de detonador, para sacudir un poco a su aturdida protagonista.
En conclusión, La mujer comestible me ha parecido una excelente primera novela, que ya inaugura el tono de Atwood, con una prosa delicada pero que a la vez tiene este punto incómodo que te hace plantearte muchas cosas. Además, se trata de una extraordinaria novela psicológica que nos recuerda con una buena dosis de realidad cómo eran las cosas hace tan sólo cuarenta años.