27 jul 2013

Los Miserables de Victor Hugo


Es difícil reseñar un libro como Les Misérables, aviso ya que ésta reseña será totalmente subjetiva. No es que mis reseñas anteriores fueran imparciales, creo que es imposible decir esto en cualquier tipo de arte, pero sé que la lectura de éste libro y cómo lo he experimentado ha venido influenciado por muchas experiencias personales. 
Los Miserables de Victor Hugo forma parte de la cultura popular – especialmente en Francia pero, desde hace unas décadas, con el musical y distintas adaptaciones cinematográficas para el público
internacional, ha empezado a hacerse un hueco en lectores y no lectores del mundo. Es un clásico y, al menos en mi edición, tiene casi 1800 páginas.
Pero volvamos al asunto. La historia de Los Miserables ha estado presente en mi vida desde quizás los seis o siete años. De pequeña leí cómics que contaban la historia, novelas adaptadas para niños, vi películas y mini-series, en clase o en casa. Esto se debe mayoritariamente a mi educación francesa, que desde el primer momento me puso en contacto con esta emérita obra y, sin duda alguna, la más conocida de Victor Hugo. Y todo esto sin haber leído nunca el texto integral, como dicen los franceses. 
Al enfrentarme con tamaña historia yo ya cargaba con un bagaje a mis espaldas que lleva ahí muchos años. Empecé este libro con muchas ganas y muchas esperanzas, ya que El Noveinta y tres, del mismo autor, me había maravillado. 
Todo esto para deciros que la forma en la que yo he vivido esta lectura quizás no se parece mucho a la que vosotros podáis tener, que quizás llegáis más 'frescos', mientras que yo tengo la pesada carga de saber qué pasa y a quién le pasa y cómo son. Rara vez esto ha sido un impedimento a que pudiera disfrutar bien del libro, pero en este caso sé que ha tenido una notable influencia en mí.

Empecemos con la reseña.
Por mucho que lo cataloguen así, Los Miserables no es una novela. Quizás es una obra de ficción, pero no se la puede juntar con, por ejemplo, El conde de Montecristo. Los Miserables es un tratado, un ensayo filosófico mezclado con ficción, es el canal por el cuál Victor Hugo – ya teniendo una cierta edad y experiencia en la vida – vierte sus opiniones, cavilaciones, y diserta sobre la naturaleza de la sociedad francesa contemponánea – es decir, segunda mitad del siglo XIX –, sus reglas, pero también sobre religión, costumbres y política. 
La historia empieza con la liberación de Jean Valjean – un hombre de mediana edad que lleva diecinueve años en prisión por haber robado un pan, agravado con varios intentos de fuga. A través de él conoceremos a Fantine – una pobre muchacha que es engañada por el primer petimetre con el que se cruza–, el matrimonio Thénardier – rufianes y canallas donde los haya, unos auténticos desgraciados y miserables en el sentido estricto de la palabra – y el inspector Javert – un hombre de creencias inquebrantables y con una visión maniquea del mundo. 
Estos y algunos más que evitaré mencionar para no estropear la lectura a nadie. Sin embargo, esta novela me sorprendió porque, dada su extensión, me esperaba un número mucho mayor de personajes. Y ya que estamos con el tema, hablemos de éstos.
Debo decir que, en mi opinión, los personajes no son el punto fuerte de ésta obra. Me han dado la impresión de ser símbolos, de ser instrumentos en manos del autor que los mueve de un sitio para otro, que los hace desaparecer y aparecer cuando más le convenga, para demostrar algo o ejemplificar algún argumento dado con anterioridad. Hay pocos a quién realmente se les de una profundidad como personajes. Los Thénardier son gente ruin, y en el libro lo demuestran a distintos niveles, Jean Valjean es la redención, y en cada etapa del libro se le presenta una prueba para ver si realmente puede dejar atrás el odio acumulado durante sus años de prisión, y así vamos haciendo. Aquí han jugado un importante papel mi conocimiento previo de la obra. 
De antemano, mis personajes preferidos siempre han sido Javert y Éponine, una de las hijas de Thénardier. Personajes como Cosette o Marius se me hacen muy aburridos, siempre tan buenos, puros e inocentes – y hacia el final Marius me caía francamente mal –, no les encontraba la gracia, ni la chispa que dan vida a personajes ficticios. El pequeño Gavroche y sus andanzas por las calles de París, sus comentarios mordaces y divertidísimos compensaban el hecho de que fuera completamente plano, muy similar a un Lazarillo, con igual de picardía pero mejor persona. Volviendo al tema – y siento que me voy a ir por las ramas más de una vez – Javert y Éponine eran mis personajes preferidos porque, al menos en la genial mini-serie francesa del año 2000, parecían ser mucho más complejos que el resto, o al menos más interesantes. Javert porque veía las cosas blancas y negras, seguía ls reglas a rajatabla sin cuestionarse nada, para así evitarse la pesadez de pensar por sí mismo, y poco a poco se da cuenta de que la vida no se puede solucionar así. Éponine porque quizás ejemplifica el hecho de que la sociedad corrompe al ser humano, aunque en el fondo sea bueno. En cualquier caso, me decepcionó mucho ver que estos dos personajes aparecían en contadas ocasiones, la mayoría de veces para hacer avanzar la trama y, en su primera y en su última aparición, para describir cómo son, lo que ocurre en su alma. Y en éste caso Hugo suele volver a reflexiones de cariz general y dejando a un lado el desarrollo del personaje.
Vamos con la trama. En realidad los hechos contados en Les Misérables bien podrían ocupar menos de quinientas páginas pero, como ya he dicho anteriormente, el autor va poniendo su granito de arena en cada paso que da Jean Valjean. Más que granito de arena sería más adecuado decir una playa entera. Hay partes del libro que son puramente descriptivas. Por ejemplo, el protagonista llega a una posada o a una casa y se hace una descripción de varias decenas de páginas sobre cómo era dicho lugar y su pasado. Lo mismo ocurre con los sucesos históricos. Si a alguien le interesa una descripción bordeando las cien páginas de la batalla de Waterloo – la derrota de Napoleón I – o de la revolución de 1848 – el advenimiento de la IIª República Francesa – pueden acudir a este libro y quizás se den por satisfechos. A mí me apasiona la historia y debo admitir que estas partes se me hicieron particularmente insufribles. A parte del derroche de patriotismo y de francofilia llegando a límites insostenibles incluso para mí, la forma de narrar de Hugo no me gustaba, no me daba la impresión de estar contando nada. 

Y luego están sus diatribas sobre cuestiones de moral, psicología o filosofía. Algunas me resultaron interesantes, otras me parecieron un poco… demasiado, quizás muy decimonónicas, quizás me recordaron un poco a Charlotte Brontë y sus exultaciones religiosas. Y todo un poco demasiado dramático, con personajes rematadamente buenos que se ven atrapados por las circunstancias y sufren, y los malvados se aprovechan de ellos sin ningún remordimiento, etc. 
Si alguno de vosotros ya se está tirando de los pelos exclamando ¡pero si es un clásico! ¡pero si todo el mundo le da una valoración altísima! Ante todo, lo que he dicho antes, es una opinión muy personal y muy influenciada por mis propias vivencias con las historia. Pero, además, también tiene cosas que le hacen ser un clásico – si es imprescindible o no eso ya lo dejo a vuestro juicio.
Es rompedor por el vocabulario que utiliza. Los personajes humildes hablan mal y con un argot que, Hugo ya lo hizo en alguna obra de teatro menor, pero ésta fue la primera vez que se hizo a gran escala, en una obra para una audiencia mucho mayor. Y por supuesto utilizando palabras malsonantes. A veces esta voluntad de 'realismo social' se ve truncada ante la necesidad poética del autor. Por ejemplo, poner en labios de un borracho que se acaba de despertar un discurso elaborado y filosófico.
si no fuera por las útiles 'traducciones' de mi edición, serían imposibles de entender. Esto
Y eso me lleva al otro punto positivo. El esto. Es. Precioso. Va más allá, es una maravilla para el oído – uno puede realmente sentir como sonarían las palabras, lo bien que se acompasan y se complementan en musicalidad y ritmo –. Tanto en las descripciones épicas como en discursos y argumentaciones apasionados Hugo exhibe no sólo un vocabulario riquísimo si no una forma de combinar las palabras que hace su escritura bella, no hay otra forma de describirla. Son frases exuberantes, palabras casi con vida propia, creando un conjunto increíblemente genial. Realmente, yo no tengo las palabras para expresar lo genial que es el estilo de Hugo

En conclusión, sigo sin decidirme qué me ha parecido Los Miserables. Por una parte la parte de la trama y los personajes no me ha emocionado especialmente – y de hecho me esperaba mucho más – pero en lo que se refiere en la forma éste libro es de lo más maravilloso que hay. Así que os dejo a vosotros decidir. También, claro, por ser casi la definición de lo que es un clásico, vale la pena darle una oportunidad.

11 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. No he leído el libro todavía (aunque quiero hacerlo a poder ser antes de terminar el 2013), pero como tu, llevo mucho mucho bagaje con esta historia, por varias razones. Es una historia que significa mucho para mí.
    Aunque no puedas decir que la conozcas sin haber leído el libro..

    Cómo Los Miserables es un libro tan denso, decidí empezar por otro libro de Victor Hugo que fuese más corto. Así que llevo varios meses (vergüenza debería darme..pero es un libro que estoy disfrutando poco a poco) con Notre Dame de París. Historia que también me encanta. Con ésto me refiero a sé perfectamente de qué hablas cuando dices que hay capítulos extensos sólo descriptivos... cuando haga la reseña de Nuestr Señora podnré ejemplos..

    Sin embargo, para mi, Victor Hugo es el maestro de los personajes.. me parecen complejos aunque sean símbolos o representen algo en concreto (que te doy la razón en éste sentido).

    Pero..¡no me digas que no me encontraré demasiado con Javert porque es mi personaje preferido indiscutible! :(

    Me ha gustado mucho tu reseña, Los Miserables es sin duda una historia que se queda grabada :)

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    1. Buf... Nuestra Señora de París también tela... creo que me gustó más Los Miserables... hay mucha más diatriba filosófica pero al menos es mejor que un intensivo de arquitectura medieval.
      Javert también es mi personaje preferido de la historia y, al menos a mí, me decepcionó ver lo poco que salía. De hecho, yo esperaba que se le diera más protagonismo que en la serie/película, pero no, es el problema con los personajes-símbolo.

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  3. Es un libro que hace tiempo que quiero leer pero me da pereza ponerme por la extensión y porque quizás no me convenza la forma en que está escrito. La historia la conozco por ver el musical y la película y ambos me encantaron, lo que me anima a darle una oportunidad a la novela
    besos

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  4. Ahora que paso la bulla de la pelicula, me gustaria leerlo :)

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  5. Salí FLIPADA de ver la peli, lloré, reí, experimenté de todo =)
    Quiero leerlo este verano, en cuanto pille vacaciones, ya que me gustaría hacerlo tranquila.

    Besotes

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  6. A Marius y Cosette al final es para matarlos. En serio, quiero decir... es que me cuesta de creer que la gente olvide todo el pasado y se deja llevar por los prejuicios así. Me pareció todo demasiado melodramático la verdad.

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  7. Un clásico muy pendiente en mi caso. Ya tuve varias intentonas pero por unas o por otras me enredo y no acabo de ponerme en serio pero tengo que hacerlo!! Y ya me dan miedo Marius y Cosette jajajaja

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  8. A mí me gustó mucho este libro que leí hace ya muchos años pero aún consevo un buen recuerdo.

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  9. Es de los clásicos que se me resistió en su momento, supongo que por la impaciencia, por ser un libro de tantísimas páginas, por lo que comentas de que en parte es más un ensayo... El caso es que cuando lo intenté, hace muchos años, no pude con él porque no "conectaba" pero sé que era un problema mío, más que del propio libro o de Víctor Hugo.

    No lo descarto, aunque tengo aún presente lo que me costaba conectarme...

    Besos!

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    1. Veo que estamos de acuerdo! A mí me costó leer Los Miserables y acabé porque es el típico clásico que te tienes que haber leído... pero me pasó lo mismo, no conectaba con los personajes y todo me parecía tan dramático que a veces bordeaba lo ridículo.

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