Me cuesta creer que ésta ya sea la última reseña de la trilogía de La Saga Forsyte (que no de Crónicas Forsyte, de la cuál aún me faltan por leer seis novelas, agrupadas en dos volúmenes), que empecé con El propietario y seguí con En los juzgados. Y ahora es el turno de En alquiler.
Resumen: La trama, de nuevo, hace un salto mortal temporal y se sitúa casi veinte años después de En los juzgados, precisamente, en 1920, pasada la Primera Guerra Mundial (una lástima, me hubiese gustado que Galsworthy tratara este tema), cuando Jon Forsyte (hijo de Young Jolyon e Irene Heron, ex-mujer de Soames Forsyte) y June Forsyte (hija única de Soames Forsyte y Annette Lamotte), que ya tienen casi veinte años y están en edad de enamorarse. Habiendo sido criados como hijos únicos de estas dos ramas de la familia enfrentadas, no saben nada sobre antiguos rencores.
Opinión: Como sus dos predecesores, éste libro me ha encantado. Aunque el salto temporal dé algo de vértigo, los personajes siguen estando ahí, y tras haberme leído un par de libros entre medio, tenía ganas de volver a encontrarlos. En esta última entrega de La Saga Forsyte los protagonistas son la segunda y tercera generación de Forsytes, véase Young Jolyon y Soames, Irene, y sus respectivos hijos. Debo decir que la trama amorosa me pilló por sorpresa ya que, aunque hay algún que otro elemento romántico en El propietario y En los juzgados, no es para nada el elemento principal. En efecto, en pocos capítulos tiene lugar el fatídico encuentro entre Jon y Fleur, ambos se atraen mútuamente y ésta atracción se multiplica por mil al saber que hay algo en la historia de la familia que les impide estar juntos. Esto es especialmente cierto en el caso de Fleur que, al fin y al cabo, es hija de su padre, un Forsyte de pura raza. Aunque no tenga su agudo sentido de la propiedad, tiene algo análogo dada la época en la que ha nacido (y su estatus de hija única), y quiere obtener todo cuando desea, incluído a Jon, y éste 'amor' (no sé si se cumple los requisitos para calificarlo de esta forma) prohibido es todo un reto para ella. Jon también está muy apegado a ella, al fin y al cabo es su primer amor, pero tiene un espíritu más sencillo, muy contrario al Forsyte, puesto que tiene la afición de escribir bonitos poemas. Además, no hay ser en la tierra que ame más que a su madre, Irene, y hacerle daño estando con Fleur es algo que le va a dividir el corazón. La historia de amor entre estos dos no sólo es interesante porque vuelve a remover el turbio pasado de los Forsyte, que fue relatado en El propietario, si no porque une a dos personajes con un carácter completamente dispar. Ellos pueden estar locamente enamorados, pero Galsworthy bien hace que el lector perciba que hay resquicios de diferencias imborrables – no a causa del divorcio entre Irene Heron y Soames Forsyte – en su forma de ser, que se van mostrando tímidamente, a pesar de lo mucho que se quieren.
No os asustéis, no todo son rosas y juramentos a la luz de la luna, los dos primos – Jolyon y Soames – siguen al pie del cañón de la narración. Ambos ya son bastante mayores, pasan de los sesenta, pero aún sienten que tienen mucho por hacer. Yo siempre le he tenido especial cariño a Jolyon, y en ésta última novela él hace uso de sus dotes para observar la belleza y reflexionar sobre ello, sobre su propia vida y el curso que ha tomado la de sus hijos. Sufre de una dolencia – que oculta al resto de su familia – que sabe que tarde o temprano acabará con él, y ver como va solucionando su última voluntad me llenó de una profunda pena.
Por otra parte, Soames no parece tener ningún signo de fatiga, sigue siendo el de siempre y está escandalizado por el cambio que se ha producido en Inglaterra, que ya acabó siendo definitivo tras la Gran Guerra. No es casualidad que la primera novela de la saga se titule El propietario y ésta, que creo que cierra una generación de Forsytes, En alquiler. Soames cada vez va observando el auge efectivo de ésa cosa llamada democracia, de la popularización (en el sentido de pueblo llano) de su entorno y de que ahora la propiedad – en todos sus sentidos – parece haber pasado no a un segundo, si no a un tercer plano. A lo largo de toda la novela Soames no sabe muy bien cómo encarar esto, numerosas veces se sumerge en el pasado, donde todo estaba en orden, sobretodo su vida familiar, pero los amoríos de su hija le fuerzan a mirar al presente y hacia el futuro, y al final de la novela hace una conclusión brillante.
En fin, me lo he pasado genial leyendo este libro, realmente recomiendo La Saga de los Forsyte especialmente a todos los anglófilos como yo, y a todos los amantes de la buena literatura en general. Es un clásico que con los años ya nadie conoce, pero yo lo encuentro imprescindible, no sólo para entender la Inglaterra victoriana y eduardiana, si no para conocer una familia fuera de lo común y unos personajes inolvidables.
Voy a hacer una plataforma para reivindicar a Galsworthy en español ya!! ay cada vez que leo una de tus reseñas más ganas tengo de coger estos libros por banda! Qué bien deben de estar!
ResponderEliminarTE APOYO TOTALMENTE .ES MAFNÍFICA TODA LA SAGA DE LOS FORYTE ,INCLUSO LA SERIE QUE HIZO LA BBC EN EL 2003.QUE LO TRADUZCAN AL CASTELLANO
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