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Si creéis que sólo me compré estos libros, estáis muy equivocados. |
Hace poco fue Semana Santa y por aquél entonces yo contemplaba orgullosa mi estantería vacía, preparada para sacarle brillo al Kindle que me regalaron por Navidad. Pero algo superior a mí tomó el control e hizo que en pocas semanas mi estantería de libros por leer vuelva a estar bien llena.
Todo empezó en Semana Santa, que pasé en un pueblo al norte de Cataluña, peligrosamente cerca de Francia. Dada esta proximidad geográfica, y la excusa perfecta de querer hacer prácticas de conducción, fui un día a Perpignan. Una pequeña ciudad muy cuca, y hogar de tropecientas mil librerías.
Además, desde hace unos días que iba gestando en mí
la idea, o el reto, de finalizar la lectura de la saga de los
Rougon-Macquart de Émile Zola antes de partir hacia los Estados Unidos a finales de Julio. Por si no me he repetido lo suficiente a lo largo de los años, ésta saga comprende veinte volúmenes en la que el autor se propone
no sólo retratar (y criticar) a la sociedad del Segundo Imperio (1852-1870) si no también desarrollar sus teorías sobre la "herencia".
Zola creía que habían ciertos componentes hereditarios en el carácter de las personas y que estos, junto al entorno en el que crecía el individuo, tenía un impacto significativo sobre su personalidad y su vida. Además,
Zola fue el precursor del
naturalismo (o, como yo lo llamo, la vertiente
hardcore del realismo), por lo que sus novelas están extremadamente bien documentadas.
Hace tiempo que leí mi primera novela de la serie, Germinal a los quince años, pero recuerdo que lo que más me echó para atrás en su momento fue que su prosa puede ser algo densa y muy descriptiva. Pero vale la pena, vale la pena porque sus escenas y sus personajes son memorables.
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Siete de los veinte tomos de la Saga Rougon-Macquart |
La cuestión es que entre una cosa y otra me acabé comprando todos los tomos que me faltaban para completar la saga: L'Assomoir, El Doctor Pascal, El Desastre, La Alegría de Vivir, La Obra, La Bestia Humana, y Una página de amor. En mi defensa, ya estoy en camino de leer el tercero de estos libros. No os asustéis por mi entusiasmo por el autor ni por la cantidad de libros que tiene. Todos los libros se pueden leer como uno sólo y sin orden alguno.
Allí también compré
La obra en negro (
L'Œvre au noir) de
Marguerite Yourcenar. Hace unos años leí
Memorias de Adriano, una novela histórica y filosófica en el que el emperador romano, ya cerca de la muerte, reflexiona sobre su vida. Descubrí que la autora tenía otra novela de
ficción histórica, esta vez situada en el
siglo XVII, y no pude resistirme a volver a disfrutar de su maravilloso estilo.
De Marguerite en Marguerite llegamos a Marguerite Duras y su novela, El Dolor. Su obra más conocida es El Amante, pero no me llama demasiado el tema, y esta parece igual de deprimente.
Siguiendo con literatura francesa, tras una experiencia un tanto decepcionante con La Peste, no me he rendido que tanto me impresionó con El extranjero así que en breves leeré La caída y El Exilio y el Reino. Debo admitir que no tengo ni idea de lo que tratan, pero sus títulos me resultaron interesantes.
Por si no fuera suficiente, me dije que, para celebrar que me voy a Columbia el año que viene, bien me podría auto-regalar dos libros que me hacían mucha ilusión. El primero es el último volumen de la trilogía MaddAddam de Margaret Atwood, una novela que transcurre pocas décadas más allá del presente, en el que una misteriosa enfermedad ha erradicado a casi toda la raza humana. Atwood utiliza este desastre para describir un futuro escalofriantemente posible y todas sus ramificaciones.
Y el segundo es
Number9dream de
David Mitchell, quién seguramente es
mi autor contemporáneo favorito. He leído todos y cada uno de los libros que ha escrito, incluyendo su nueva novela
The Bone Clocks, salvo este.
David Mitchell es un enamorado de
Japón y su cultura, habiendo vivido muchos años allí. Este libro se sitúa en Japón y poco más sé de él, pero estoy muy segura de que me gustará. Por cada libro suyo que leo, más me gusta, y no sólo es debido a sus
maravillosas historias, si no que todas las novelas componen una red, un universo en el que los personajes se cruzan en distintos momentos y lugares.
Desde que supe de la existencia de
Little Black Classics de Penguin que he querido hacerme con un par de ellos. En especial, han caído una colección de poemas de
Emily Brontë y otra de
Hafez, un poeta persa del siglo XV.
Llegó Sant Jordi (sí, todo esto fue antes del 23 de abril) y me propuse no comprar ni un sólo libro. Pero obviamente iba a pasar por Hibernian, la única y genial librería de segunda mano inglesa que hay en el barrio de Gracia. Allí me compré dos libros sobre la historia de Inglaterra. Desde que empecé a interesarme por este tema que supe de Alison Weir, una reputada historiadora y escritora. Innocent traitor, que no estaba en mi lista, pero why not, trata de la corta vida de Lady Jane Grey, una mujer que fue reina de Inglaterra durante escasos nueve días.
El otro es sobre un periodo de la historia que, desde
El Sol en Esplendor de
Sharon Kay Penman, me ha capturado por completo: la
guerra de las rosas. No conocía la novela, que de hecho forma parte también de una trilogía, pero estaba a un precio muy razonable y siempre va bien probar cosas nuevas.
En ese momento me dije, bueno, Teresa, ya te has comprado dos libros por Sant Jordi, has cumplido con la tradición. Pero ay de mí pasé al lado de un stand donde tenían
The Buried Giant de
Kazuo Ishiguro, el escritor de
Nunca me abandones y
Lo que queda el día, y tuve que hacerme con él. Además, la portada es una preciosidad. Sé que se sitúa en un
mundo fantástico, pero las buenas reseñas de
Margaret Atwood y
David Mitchell son suficientes como para picar mi curiosidad.
on tradición.
Y claro, luego vi El Testamento de María de Colm Tóibín, y recordé que es profesor en Columbia y me dije que mejor leer algo suyo por si me lo encuentro algún día por el campus.
Justo al lado estaba
La Soledad del Corredor de Fondo de
Alan Sillitoe. Hace un año leí
Sábado por la noche y domingo por la mañana, que me gustó mucho así que me lo compré. Admeás, me dije a mí misma, te has comprado libros bastante largos, por tu bien es mejor compensarlo con libros más cortitos, o nunca lograrás acabar el Reading Challenge de Goodreads este año.
Y de perdidos al río vi una edición de The Wasteland de T. S. Eliot, que llevo años buscando, por cinco euros. Como os podéis imaginar también me lo llevé.
Conclusión, soy una persona muy lógica y racional a la hora de comprar libros y os aplaudo si habéis conseguido terminar este post!
¿Vosotros qué habéis comprado por Sant Jordi? Yo me he apartado bastante de las novedades y los best-sellers, pero, ¿me recomendáis alguna novedad de esta primavera?