El vino de Soledad de Irène Némirovsky

Al paso que voy quienquiera que lea esto ya estará harto de mis reseñas de las novelas de Irène Némirovsky. Pero no puedo evitarlo, es la autora de la cuál más libros he leído y de momento todo lo que leo me está animando a que siga así. 

Sinopsis: A principios del siglo XX, Hélène es una chica que ha crecido entre Ucraina, su país natal, San Petersburgo y París. Proviene de una familia burguesa acomodada, con una madre aburrida por la falta de emoción en su vida y un padre obsesionado por ganar dinero. Así pues, Hélène vivirá una infancia muy descuidada y solitaria, salvo por su institutriz, Mlle Rose. Y desde entonces que albergará ansias de venganza y libertad. 

Opinión: Al ser la protagonista y la narradora de la historia, gran parte de ella se centra en el carácter de Hélène. La novela empieza cuando ella tiene tan sólo 8 años, y desde entonces empezamos a observar rasgos de su personalidad que se irán desarrollando con el tiempo. Némirovsky sabe captar muy bien la mente de un niño, su visión de las cosas; y vemos como dicha visión y su percepción del ambiente que la rodea cambia. 

De hecho, gran parte de la vida de Hélène transcurre en su familia, de la cuál hace perspicaces pero también muy duras observaciones. Dos personajes centrales en su infancia son, como no, su padre y su madre.
En lo que se refiere a su padre, siempre ha sido objeto de su cariño, aunque se alejase de ella con la edad. Lo que es interesante es como, a pesar de que va descubriendo poco a poco las flaquezas y defectos de su padre, que aborrece, el amor que le profesa no desfallece.
Éste, junto a su institutriz, es una de las pocas personas que le ha atestiguado verdadero cariño.
Su madre es el polo opuesto. Desde pequeña que siente que la ha dejado completamente abandonada, sentimiento que se transformará en odio y rencor con el tiempo. En efecto, su madre es una mujer madura, terriblemente aburrida y con una gran necesidad de "aventura" para romper la monotonía en la que se siente atrapada. Con tendencia a hacerse la víctima, clama que lo único que ella quiere es "amor".
Y aquí es cuando se introduce el tema del amor en la novela. Aunque sea uno de los temas más abordados, no significa que haya romance en la historia, en absoluto. Bella, la madre de Hélène, quiere un amor romántico, que es el único tipo de amor que concibe, viendo a su hija como una carga y símbolo de la vida burguesa en la que se encuentra atrapada.
Hélène, salvo por los cuidados de una institutriz que desapareció justo al empezar ella la adolescencia, no recibió nunca amor por parte de la gente de su entorno, así pues lo desconoce por completo. Al no haberlo conocido nunca, es incapaz a su vez de amar, y lo usa como fuente de diversión, manipulación y venganza. Todo esto por su deseo de huir de la opresión de su familia y sus ansias de liberarse de todo ello y poder empezar una vida en la que el odio y el resentimiento no la dominen.
Su historia tiene como trasfondo los años que comprenden el antes, durante y después de la Primera Guerra Mundial. Así que asistimos al auge de su familia, a través de los negocios de guerra y luego durante la Revolución Rusa, para sumergirse en el mundo de la especulación de los años 20. Esto se ve sobretodo a través de su padre y de su madre. Desde el principio de la novela que tienen la obsesión de conseguir un estatus, están desesperados por ello. Y cuando lo consiguen no hacen más que querer acumular un mayor número de riquezas. No sólo eso, se ve con horror como derrochan y como se degradan a sí mismos con tanta opulencia. 

Finalmente, debo decir que es un libro que me ha gustado. No es fácil de leer, en el sentido que la mirada de Hélène es cruel y cínica, al menos durante parte de la novela, y ver a alguien tan joven con un punto de vista así cuesta un poco. Pero de todas formas, Némirovsky no me ha decepcionado, y me sigue maravillando con su forma de escribir. No es de mis favoritos de ella, pero es sin duda recomendable, quizás como libro para introducirse a la autora.