16 dic 2012

Vía Revolucionaria de David Yates


Nuestra capacidad de medir y distribuir el tiempo es fuente casi inagotable de solaz.
«Sincronicen los relojes a las cero seis cero cero», dice el capitán de infantería, y cada uno de sus tenientes acurrucados encuentra un respiro al miedo en el acto de alinear dos diminutas agujas de rubí mientras toneladas de artillería pesada palpitan sobre sus cabezas: la prosaica y nada militar esfera del reloj ha restaurado, siquiera brevemente, una ilusión de control personal. Bien, dice el reloj, mirando pulcramente desde los pelos y las venas de cada una de las tan vulnerables muñecas; estupendo: por ahora, todo sucede a su debido tiempo.
«Me temo que estoy a tope hasta finales de mes», dice el ejecutivo, acunando voluptuosamente el teléfono contra la mejilla mientras pasa las hojas de su agenda de compromisos, y en ese momento su boca y sus ojos le delatan: siente una gran seguridad en sí mismo. Las frágiles y copiosas páginas clasificadas por días prueban que ningún imprevisto, ninguna catástrofe del azar o el destino puede sobrevenirle entre hoy y el final del mes. Ruina y peste han quedado a raya, la propia muerte tendrá que esperar; el ejecutivo está a tope.
«Oh, déjeme pensar», dice el anciano, ladeando su cabeza de viejo para pestañear dolorosamente ladeando su cabeza de viejo para pestañear dolorosamente al sol mientras recuerda perplejo, «mi primera esposa falleció en la primavera de...». Y por un momento le entra pánico. ¿La primavera de cuándo? ¿Pasado? ¿Futuro? ¿Qué es la primavera sino una estúpida reorganización de las células en la corteza del globo terráqueo, mientras flota eternamente alrededor de su sol? ¿Qué es el propio sol sino una entre mil millones de estrellas camino de la nada? ¡El infinito! Pero pronto las válvulas e interruptores de su cerebro empiezan a hacer su cansado trabajo, y puede decir: «La primavera de mil novecientos seis. O no, espere... —y la sangre se le enfría otra vez mientras las galaxias giran y giran—. ¡Ya lo tengo! Mil novecientos... cuatro». Ahora está totalmente seguro, y un bienestar repentino le hace palmearse involuntariamente el muslo de satisfacción. Puede que haya olvidado la sonrisa de su primera mujer y el sonido de su voz cuando lloraba, pero el hecho de adjudicar a su muerte una serie de cifras también da coherencia a su propia vida, y a la vida misma. Ahora los demás años pueden encajar obedientes donde les corresponda, cada cual con su ordenada contribución al conjunto. Mil novecientos diez, mil novecientos veinte (¡Vaya, pues claro que se acuerda!), mil novecientos treinta, cuarenta... hasta llegar a la merecida paz de su presente y seguir hacia la moderada promesa de su futuro. La tierra puede reanudar tranquilamente su quietud («¡Huele esa hierba fresca!») y es el mismo sol de siempre el que le ha estado sonriendo todos esos años. «Sí, señor», puede decir con autoridad. «Mil novecientos cuatro», y esta noche contemplará con agrado las estrellas, como señales de su definitivo descanso celestial. Ha puesto un orden al caos."
Esta cita, en realidad, poco tiene que ver con Vía Revolucionaria de Richard Yates, pero fue una de las parte de la novela que más me impactó, por la capacidad del autor de captar los rasgos más esenciales de la sociedad de los años 1950 en los Estados Unidos, cuyo análisis aún es vigente hoy en día.
En realidad, poco tiene que ver con el tema principal del libro: las relaciones de pareja, la concepción de lo que era un hombre y una mujer y sus respectivos roles en la vida y la familia, la frustración a la que conduce la búsqueda del supuesto "Sueño Americano", etc.
Es un libro que te atrapa, que te mete dentro de la cabeza de Frank Wheeler –aunque de vez en cuando otros personajes toman el mando– y su vida de "extrarradio". Está genialmente escrito, ojalá hubiese podido leerlo en su idioma original, y leerlo es un auténtico disfrute.
Esta vez no haré una reseña larga, básicamente porque, en este caso, me cuesta expresar lo que ha supuesto para mí este libro. Por esto os dejo ésta cita, para que podáis entender parte de la fuerza que tiene esta novela, y como su estilo logra, al menos para mí, tener un impacto tan fuerte sobre el lector.

4 comentarios:

  1. Lo conocía por la peli, pero como no la he visto, no sabía exactamente de qué iba hasta ahora =)
    Pinta bastante bien, lo apunto!

    Besotes

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  2. La búsqueda del fantasmal Sueño Americano da para mucho. Y en muchos casos, muy buena literatura...
    Besos,

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  3. Me gusta mucho como suena. Hace apenas unos días lo veía incluído en una lista de los imprescindibles de este año.
    Lo buscaré
    Besos

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  4. ¡Hola! Acabo de descubrir tu blog al buscar reseñas sobre este libro, que he terminado de leer esta mañana. Yo tampoco sabía muy bien qué escribir en mi reseña, te invito a que te pases por mi blog y me des tu opinión. No se si la habré redactado bien, porque como muy bien dices, a mí también "me cuesta expresar lo que ha supuesto para mí este libro".

    En fin, voy a echarle un vistazo más exhaustivo a tu blog, que tiene muy buena pinta. Aquí tienes una nueva seguidora. ¡Nos leemos!

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