Nunca antes había leído nada de Wilkie Collins (aunque La Dama en Blanco está pendiente en mi estantería desde hace unos años). Se trata de un escritor de finales del siglo XIX, muy diferentes de los que estaba acostumbrada a leer hasta ahora.
La túnica negra cuenta la historia de Stella, una joven con un misterioso pasado y Lewis Romayne, un hombre marcado por un trágico evento. Y entre ellos, un sacerdote enviado por el Vaticano para obtener la propiedad de Romayne, Vange Abbey.
Esta novela tiene todos los elementos necesarios para ser un best seller: acción, suspense, muertes, secretos inconfesables, villanos de primera categoría y más de un romance.
Y lo es, es un libro que ante todo engancha. Hacía mucho tiempo que no leía un libro que me tenía tan pendiente.
La historia tiene muchísimo ritmo, a cada capítulo uno se queda con ganas de continuar. Siempre con las ganas de saber qué pasará luego. No sólo tiene mucha acción (no en el sentido de persecuciones) si no que también mucha incertidumbre, puesto que la trayectoria de los personajes dará más de un giro inesperado. Además, la trama está muy bien construida, hasta tal punto que todos los elementos de las historias paralelas, presentes y pasadas, se van reuniendo y encajando hacia el final de la novela.
Los personajes. Muchos de los personajes presentes, en mi opinión, son prototipos de los que nos podríamos encontrar en la sociedad victoriana y también propios de la literatura de la época: una madre sociable y controladora, una amiga buena y comprensiva, una viuda honesta y orgullosa, un cura simple y devoto, etc. Sin embargo los tres personajes en torno a los cuales gira la historia son más singulares. Stella no es ningún prototipo y es un personaje bastante interesante que pasa a estar atemorizada por su pasado a convertirse en una mujer fuerte y capaz de cuidarse a sí misma. Luego está Romayne, un personaje constantemente atormentado, que busca lo imposible, y me gustaría que se hubiera profundizado más en este personaje. Finalmente tenemos a Benwell, 'el malo', un personaje obsesionado con su misión, sin importar el mal que esto acarrea.
Aunque La túnica negra tenga mucho suspense, eso no quiere decir que no aborde tema interesantes. Primero está el sentimiento de culpa, que es el que persigue a Romayne. Pero en mi opinión, hay una crítica a la Iglesia Católica bastante directa. Aunque el personaje del joven clérigo sea muy honorable, no lo es el de los altos cargos como el de Benwell que quedan retratados como codiciosos y, sin duda alguna, ningún tipo de escrúpulo. Sin embargo, me parece que Collins debería haber ido más allá en su denuncia. Es decir, tengo la impresión de que trata de señalar un defecto de la institución (que no de la fe) pero intenta ser políticamente correcto a la vez. De todas formas, al leer el libro, uno puede elegir qué importancia le da a esta crítica.
En conclusión, La túnica negra es un libro que se devora porque cuando se empieza ya no se puede dejar, la acción trepidante de lleva a girar las páginas lo más rápido posible para conocer un desenlace un tanto inesperado. Es recomendable para cualquiera interesado en esa época, de la cual hace un buen retrato, y a demás es un libro de lectura ligera.
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